Pronosticar una recesión es relativamente claro. Solo hay que opinar que tarde o temprano una recesión vendrá. Pero no se tráfico de ser pesimista, sino de conocer los ciclos económicos. Posteriormente de una robusto expansión, viene una fruncimiento. Es poco natural, como respirar o parpadear.
Pero pronosticar una recesión no es lo mismo que predecir una recesión. Predecir una recesión implica entender la data exacta de su arribada, su dificultad, su duración y su configuración. Y eso es difícil. Muy difícil. Tanto que muchos expertos se equivocan. Porque predecir el futuro no es una ciencia exacta, sino más adecuadamente un arte de suposiciones. Un arte que requiere mucha información, descomposición y criterio. Y todavía un poco de suerte.
Muchas veces, pensamos que una recesión es una crisis inesperada. Poco que nos cae encima por yerro de algún problema. Pero esto no es del todo cierto. Las recesiones son parte de los ciclos económicos. Y para entender esto, hay que comprender el papel que juega el crédito en la crematística.
El crédito es el metálico que nos prestan para comprar cosas que no podemos enriquecer al contado. Como una casa, un automóvil o un alucinación. El crédito nos ayuda a sobrepasar nuestro consumo y a estimular la actividad económica. Pero todavía tiene un costado confuso. El crédito nos genera deudas que tenemos que enriquecer con intereses. Y si nos pasamos de la guión, podemos tener problemas para devolver lo que debemos.
Cuando el crédito es rico y rebajado, la crematística se expande. Pero cuando el crédito se escasea o se encarece, la crematística se contrae. Y así se forman los ciclos económicos. No son una anomalía, sino una consecuencia del funcionamiento del sistema.
Una forma de entender cómo funciona la crematística es pensar en los bancos centrales como unos magos que imprimen metálico. Pero no lo hacen con una impresora, sino con un truco llamado crédito. El crédito es el metálico que los bancos centrales crean al comprar bonos públicos y privados, y al prestar metálico a través de los bancos privados. Así, el metálico circula por la crematística, como la mortandad por el cuerpo.
Pero los bancos centrales tienen que tener cuidado con la cantidad de metálico que crean. Porque si hay mucho metálico en circulación, la crematística se sobrecalienta y los precios suben demasiado. O sea, inflación. Y eso es malo para el poder adquisitivo de la muchedumbre. Por otro costado, si hay poco metálico en circulación, la crematística se enfría y los precios bajan demasiado. O sea, deflación. Y eso es malo para el crecimiento financiero.
Por eso, los bancos centrales tienen que encontrar el consistencia cabal entre inflación y deflación. Un consistencia que no es claro de conquistar, ni de surtir. Porque la crematística es un sistema engorroso y dinámico, que depende de muchos factores. Y porque los bancos centrales no son magos infalibles, sino humanos con errores y limitaciones.
Una forma sencilla de entender los ciclos económicos es pensar en una persona que pide un préstamo. Cuando recibe el metálico, se siente adecuado y poderosa, y se pone a comprar cosas como una casa o un automóvil. Eso hace que la crematística crezca, porque hay más demanda de beneficios y servicios. Pero luego viene la parte difícil: enriquecer el préstamo. La persona se da cuenta de que ahora tiene que devolver el metálico con intereses, y que su ingreso no le alcanza para todo. Entonces empieza a ponerse menos, a racionar más, o a entregar lo que compró. Eso hace que la crematística se contraiga, porque hay menos demanda de beneficios y servicios. Así se completa el ciclo: expansión primero y fruncimiento a posteriori.
Claro que en la habilidad los ciclos económicos no son tan simples como podría sugerir mi explicación. Porque hay muchos factores que pueden alterarlos, y hacer que la fiesta dure más o menos. Por ejemplo, ¿qué pasaría si te ganaras la quiniela, si recibieras una herencia, si consiguieras un mejor trabajo, si usaras tus ahorros para enriquecer el préstamo o el porción te ofreciera otro con mejores condiciones?
En estos casos, el peso de la deuda no sería tan dificultoso, y podrías seguir gastando y disfrutando. Pero cuidado, porque todo tiene un meta. Tarde o temprano, tendrás que enfrentarte a las consecuencias de tus decisiones. Quizás los precios suban, quizás el porción te cobre más intereses, quizás pierdas tu trabajo o tu herencia. Entonces, la fiesta se acabará, y tendrás que apretarte el cinturón.
La Reserva Federal de los Estados Unidos ha subido las tasas de interés a un nivel no conocido en 20 primaveras. Esto significa que pedir metálico prestado es más caro, y que racionar metálico es más rentable. Normalmente, esto debería suavizar la crematística, porque la muchedumbre gastaría menos y ahorraría más. Pero no es lo que está pasando. El consumidor sigue gastando, porque todavía tiene mucho metálico en los bolsillos, y el mercado sindical sigue aumentando los salarios adecuado a la escasez de trabajadores. En otras palabras, a pesar de este aumento de los costos de crédito, la crematística todavía sigue sobrecalentada.
¿Cómo se explica esto? Esta patente contradicción es simplemente una demostración de que se tráfico de un aberración sumamente engorroso, que depende de muchos factores, como la inflación, el crecimiento, la confianza, las expectativas, etc. No hay una fórmula mágica para entenderlo todo.
Ahora adecuadamente, la inflación es como el colesterol: hay que mantenerla en un nivel saludable. Si es muy adhesión, puede causar problemas graves, como la pérdida del poder adquisitivo, la distorsión de los precios y la inestabilidad económica. Si es muy disminución, puede indicar una descuido de dinamismo, una pequeño demanda y un decano aventura de deflación. Por eso, el objetivo de la Reserva Federal de los Estados Unidos es surtir la inflación en torno al 2% anual. Pero no es claro lograrlo. Sobre todo cuando la crematística está sobrecalentada, como lo está ahora.
La Reserva Federal ha subido las tasas de interés de forma rápida y drástica para controlar la inflación, lo que suele provocar una caída del consumo y la inversión en los próximos meses. Adicionalmente, la curva de rendimiento (me refiero a los bonos de Reservas) se ha invertido, lo que indica que los inversores esperan una desaceleración del crecimiento. Estos factores hacen que muchos economistas y analistas pronostiquen una recesión, con una probabilidad de entre el 65% y el 99%.
Sin requisa, todavía se plantea la posibilidad de un “aterrizaje suave”, es opinar, que la crematística se enfríe y la inflación se disipe sin una recesión. Para ello, algunos analistas se basan en algunos indicadores positivos, como el aumento del empleo, el elevación de los salarios, el repunte de la confianza y el estímulo fiscal. Sin requisa, el camino alrededor de un aterrizaje suave es prieto, pero no inasequible, y dependerá de las decisiones de la Reserva Federal y de la reacción del mercado. ¿O es el “aterrizaje suave” es una quimera?
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